Por Shyla Gheek / GICJ

Traducido por Milagros Begoña Cano Cernuda / GICJ

«No hay confianza más sagrada que la que el mundo tiene con los niños. No hay deber más importante que garantizar que se respeten sus derechos, que se proteja su bienestar, que sus vidas estén libres del miedo y la miseria y que puedan crecer en paz.» - Kofi Annan

Cada día, innumerables niños pierden su inocencia, la alegría de la infancia, su sentido de pertenencia y su libertad, al enfrentarse a la oscuridad del abuso, la explotación y la violencia. Su risa, antaño despreocupada, se desvanece en el silencio, y los espacios en los que deberían sentirse seguros se convierten en sombras de miedo, especialmente en las regiones en conflicto. En noviembre de 2022, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la resolución A/RES/77/8, por la que se proclama el 18 de noviembre de cada año Día Mundial para la Prevención y la Sanación de la Explotación Sexual, el Abuso y la Violencia contra los Niños. El propósito del Día Mundial es aumentar la concienciación y dar visibilidad mundial al trauma que suponen los abusos sexuales a menores, además de impulsar la acción de todos los Estados para prevenirlos y curar a los supervivientes.

En la Agenda 2030 de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible se ha hecho hincapié en garantizar la dignidad de los niños y su derecho a la vida y al desarrollo. Esto se refleja en varios objetivos y metas dirigidos a poner fin a la explotación, el abuso, la trata, la tortura y todas las formas de violencia contra los niños. Por ejemplo, el ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) 16.2 pretende poner fin a todas las formas de violencia contra los niños y fomentar sociedades pacíficas e inclusivas en las que la justicia sea accesible para todos. Varios otros ODS se centran en abordar formas particulares de daño a los niños en todo el mundo; como la eliminación de prácticas nocivas como la mutación genital femenina (meta 5.3), los matrimonios infantiles en lugar de la educación (meta 4), y garantizar una vida sana y el bienestar a todas las edades (meta 3).

Hay duras estadísticas que subrayan la urgencia de tomar medidas contundentes y basadas en pruebas para proteger a los niños de la violencia y la explotación:

  • En todo el mundo, se calcula que 120 millones de niñas menores de 20 años han sido sometidas a diversas formas de contacto sexual forzado.
  • Aunque las estadísticas mundiales precisas para los niños son incompletas, estudios realizados en 24 países predominantemente de ingresos altos y medios revelan que entre el 8% y el 31% de las niñas y entre el 3% y el 17% de los niños, menores de 18 años, han sufrido violencia sexual.
  • UNICEF informó de que casi 1 de cada 10 niñas menores de 20 años ha sido obligada a mantener relaciones sexuales o a realizar otros actos sexuales.
  • 1 de cada 20 hombres confesó haber participado en comportamientos sexualizados en línea dirigidos a niños menores de 12 años.

 

Las repercusiones de la violencia y la explotación sexuales se amplían a traumas físicos, psicológicos y sociales, y sus secuelas pueden transmitirse de generación en generación.

  • Las víctimas se enfrentan a mayores riesgos de contraer el VIH y otras infecciones de transmisión sexual, dolores físicos, enfermedades, embarazos no deseados, aislamiento social y traumas psicológicos.
  • Para hacer frente a sus experiencias, algunas pueden recurrir a comportamientos de riesgo, como el abuso de sustancias.
  • Para los niños que sufren estos traumas, los efectos pueden persistir hasta la edad adulta, mermando a menudo su capacidad para cuidar de sí mismos y de los demás.
  • Resulta alarmante que 1 de cada 4 niños menores de 5 años viva en un hogar en el que su madre ha sufrido violencia de pareja.
  • Los adultos que han sufrido 4 o más experiencias infantiles adversas, como abusos físicos, sexuales o emocionales, tienen 7 veces más probabilidades de verse implicados en actos de violencia interpersonal, ya sea como víctimas o como agresores, y 30 veces más probabilidades de intentar suicidarse.

 

Es importante señalar que, en situaciones de conflicto armado, catástrofes naturales y otras crisis humanitarias, las mujeres y los niños se enfrentan a un mayor riesgo de violencia sexual -incluida la violencia relacionada con el conflicto, la violencia de pareja y la trata con fines de explotación sexual-, así como a otras formas de violencia de género. Las violaciones, los asesinatos, las mutilaciones, el reclutamiento forzoso y otras formas de violencia sexual son una de las «6 violaciones graves» contra los niños en zonas de conflicto que las Naciones Unidas vigilan e informan continuamente. La violencia sexual relacionada con los conflictos es una grave violación del derecho internacional humanitario, o las leyes de la guerra, y un crimen de guerra. Durante la 55ª sesión del Consejo de Derechos Humanos en 2024, dirigida por Virginia Gamba, Representante Especial del secretario general para la Cuestión de los Niños y los Conflictos Armados, se sacó a la luz la grave repercusión de las hostilidades en curso en la vida de los niños; especialmente angustiosa en naciones afectadas por la guerra como Siria, Irak y Palestina.

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Zonas de conflicto

Se siguen recibiendo informes de agresiones sexuales y violencia contra mujeres y niñas, incluidas las detenidas por las fuerzas de ocupación israelíes en el Estado de Palestina. La persistencia de graves actos de violencia por las partes implicadas en la guerra incluye ataques contra escuelas e instalaciones sanitarias, obstrucción del acceso humanitario y reclutamiento de niños para funciones armadas en medio de los continuos enfrentamientos, la violencia de los colonos y los apuñalamientos. Además, el reciente informe de ONU Mujeres sobre Gaza subraya que más de 540.000 mujeres y niñas en edad reproductiva carecen de acceso a artículos para su higiene, salud y dignidad, lo que supone un riesgo inimaginable para unas 50.000 palestinas embarazadas y 20.000 recién nacidos.

Yemen instó a los houthis a cumplir sus compromisos tras firmar el plan de acción de la ONU contra el reclutamiento de menores en 2022, que se sospecha que comienza a los 13 años. Además de sufrir abusos sexuales por parte de sus empleadores, los niños que viven en las zonas rurales de Yemen son vulnerables a las prácticas de trabajo forzoso en el sector agrícola. UNICEF registró más de 8.526 violaciones entre 2019 y 2020, incluida la denegación de acceso humanitario, el asesinato mutilación y reclutamiento en el conflicto. 3.500 de estos niños habían sufrido más de una forma de violación de los derechos humanos.

Durante la 49ª sesión del Consejo de Derechos Humanos, el representante de Siria declaró que para «lograr avances en la promoción y protección de los derechos de los niños se requiere devoción a esta causa y unificar esfuerzos para abordar objetivamente las causas profundas del sufrimiento infantil». En contra de las preocupaciones expresadas, se calcula que 5,3 millones de niños en Siria necesitan asistencia humanitaria y protección. Como se indica en el informe de junio de 2023 del Secretario General de la ONU, a lo largo de 2022 se produjeron 2.438 violaciones graves, que incluyen la violencia sexual pero no se limitan a ella, contra 2.407 niños (2.059 niños, 312 niñas y 36 de sexo desconocido).

La rendición de cuentas sigue siendo escasa para los perpetradores en países como Afganistán, donde la mitad de sus 30 millones de habitantes son menores de 18 años. Están expuestos a situaciones extremas de violencia y abusos sexuales debido a los continuos combates, los desplazamientos, una economía deficiente y normas y prácticas sociales perjudiciales. El aumento del número y la frecuencia de los incidentes relacionados con los conflictos han provocado un alarmante incremento de las víctimas infantiles. Además, las niñas afganas se enfrentan a matrimonios precoces, crímenes de honor, abusos domésticos y violencia sexual. Mientras que los niños afganos sufren muchos de los mismos riesgos, junto con el reclutamiento militar en conflictos armados y la explotación sexual.

Matrimonios forzados de menores

La violencia sexual y los matrimonios forzados constituyen crímenes de lesa humanidad cuando se cometen como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil, como el que está ocurriendo en Sudán. La violencia sexual generalizada en Jartum y sus ciudades hermanas de Bahri y Omdurman ha sometido a mujeres y niñas, desde los 9 años hasta al menos los 60, a violencia sexual, como violaciones. Las mujeres y las niñas también han sido sometidas a matrimonios forzados y matrimonios infantiles.

El Parlamento de Irak está tramitando una enmienda a la Ley del Estatuto Personal del país que permitiría a las autoridades religiosas iraquíes, y no a la ley estatal, regir los asuntos matrimoniales y sucesorios en detrimento de los derechos fundamentales. De aprobarse, la enmienda tendría efectos desastrosos para los derechos de las mujeres y las niñas garantizados por el derecho internacional, ya que están permitiendo el matrimonio de niñas de tan sólo 9 años, socavando el principio de igualdad en la legislación iraquí y eliminando las protecciones para las mujeres en materia de divorcio y herencia. El matrimonio infantil expone a las niñas a un mayor riesgo de violencia sexual y física, a consecuencias adversas para su salud física y mental y a que se les niegue el acceso a la educación y al empleo.

En Pakistán, se ha informado de que una media de 12 niños al día -o uno cada dos horas- fueron objeto de abusos sexuales en 2023. El ACNUDH informó de que, en virtud de la sharia, un tribunal superior de Pakistán dictaminó que los hombres pueden casarse con niñas menores de edad después de que hayan experimentado su primer ciclo menstrual, en 2021. Además, un informe de UNICEF correlaciona el aumento de las condiciones climáticas extremas en Pakistán desde 2022 con el aumento de los matrimonios infantiles. Imtiaz Ahmad Soomrah, coordinador nacional de asistencia jurídica, declaró a Al Jazeera que la mayoría de los casos de abusos afectaban a niños de entre 6 y 15 años. «Más del 47% de los casos se denunciaron entre este grupo de edad y, entre ellos, se denunciaron más abusos sexuales a niños (593) que a niñas (457)».

Salud menstrual

Cada mes, más de 2.000 millones de personas en todo el mundo menstrúan, pero millones de niñas en todo el mundo no pueden permitirse productos menstruales ni acceder a instalaciones sanitarias para la salud e higiene menstruales. ONU Mujeres informó de que la pobreza menstrual está muy presente en regiones asiáticas y africanas como Bangladesh, Egipto, India, Zimbabue y Madagascar. Además, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) estimó en 2023 que las mujeres y las niñas representaban el 51% de todos los refugiados. La menstruación no cesa durante los conflictos, las guerras y las crisis. Sin embargo, la gestión de la higiene menstrual y la salud y la dignidad de las mujeres y las niñas tienen poca prioridad durante la respuesta a las crisis.

UNICEF ha seguido haciéndose eco de las preocupaciones señalando que, a pesar de los esfuerzos internacionales, los niños de todo el mundo siguen siendo víctimas de la venta y la explotación sexual. Durante la 49ª sesión del Consejo de Derechos Humanos en 2022, Mama Fatima Singhateh, Relatora Especial sobre la venta y la explotación sexual de los niños, destacó la urgente necesidad de que los Estados proporcionen servicios de apoyo integrales a los niños que han sufrido violaciones sexuales traumáticas. Subrayó la importancia de establecer sistemas de justicia accesibles y adaptados a los niños para garantizar que todos ellos reciban la atención y la protección que necesitan.  Akseli Lamminmäki destacó que la prevención de la violencia sexual contra los niños requiere un enfoque holístico que aborde las desigualdades de género subyacentes en las sociedades, y abogó por políticas que tengan en cuenta tanto el género como la edad.

Geneva International Centre for Justice (GICJ)

GICJ mantiene su compromiso de abogar por una mayor protección y por medidas internacionales urgentes que protejan a los niños de los horrores de los conflictos y de la explotación, la violencia y los abusos sexuales, y pide a los Estados que no sólo aborden estas violaciones, sino que construyan vías hacia una seguridad y una curación duraderas para los afectados. Además de crear más recursos para la salud e higiene menstrual de las adolescentes e instalaciones sanitarias para niñas y mujeres embarazadas. Instamos a los Estados a que cambien el rumbo de la violencia infantil garantizando un marco jurídico sólido, medidas de rendición de cuentas y formación adecuada para los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley y el sector de la justicia sobre medidas que tengan en cuenta a los niños.

Fuentes

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