Por Shyla Gheek / GIC

Traducido por Milagros Begoña Cano Cernuda / GICJ

Una noche de octubre de 2024, en Beirut, la familia Merhi estaba reunida en su casa, compartiendo un momento de tranquilidad con una sencilla cena a base de pasta. Minutos después, su mundo se hizo añicos, los cristales se astillaron, las paredes se derrumbaron y la vida que habían construido quedó reducida a escombros, mientras los cohetes israelíes arrasaron su barrio. 

Líbano se encuentra de nuevo en el epicentro de un creciente desastre humanitario, impulsado por la escalada de violencia y destrucción tras los recientes ataques ofensivos de Israel contra Hezbolá. Los ataques siguen intensificando y las infraestructuras del país se desmoronan, mientras el mundo observa cómo Líbano se enfrenta a uno de los capítulos más oscuros de su historia moderna.

A flag on a pole in front of rubble

Description automatically generated

En una región ya lastrada por décadas de conflicto, la situación se ha deteriorado rápidamente desde septiembre de 2024, con incesantes ataques aéreos que asolan el sur de Líbano, el valle de la Bekaa y partes de Beirut. La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA) informó de que más de 3.000 personas han perdido la vida, 71 de ellas en ataques aéreos sólo el 1 de noviembre. Además, más de 1,3 millones de personas se han visto desplazadas por todo Líbano y hacia los países vecinos.

Esta última oleada de desplazamientos añade un nuevo nivel de penuria a una nación que lucha contra la ruina económica y la parálisis política, sumiendo en la pobreza a más de la mitad de la población libanesa, incluidos los refugiados vulnerables. La magnitud de los desplazamientos ha creado una situación sombría para los civiles, muchos de los cuales se ven obligados a vivir hacinados en refugios o abandonados a su suerte en zonas abiertas y de riesgo, como la Plaza de los Mártires de Beirut. 

Líbano, que ya alberga la mayor población de refugiados per cápita del mundo, se enfrenta ahora a una crisis migratoria sin precedentes; para las miles de familias que buscan refugio, los refugios seguros se han vuelto escasos. En medio de estas terribles condiciones, las consecuencias de la crisis migratoria no sólo las sufren las familias desplazadas, sino también un Estado frágil que lucha por mantener los servicios básicos. 

Antecedentes

La crisis migratoria y de refugiados en Líbano no es un fenómeno reciente. Desde hace años, el país se enfrenta a oleadas de desplazamientos provocados por los conflictos regionales y la inestabilidad interna. 

Desde la escalada de violencia en Gaza, en octubre de 2023, la situación no ha hecho más que empeorar, con más de 3.000 muertos y casi 10.000 heridos como consecuencia de los ataques israelíes. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), más de 608.000 personas han sido desplazadas internamente desde octubre de 2023, y las mujeres representan el 52% de la población desplazada. 

Además, esta crisis no sólo ha obligado a la gente a abandonar sus hogares, sino que también ha desbordado las ya frágiles infraestructuras del Líbano. La capacidad para alojar y atender a quienes huyen del conflicto se está evaporando rápidamente, y la mayoría depende de refugios superpoblados y con escasos recursos. En octubre de 2024, casi 181.000 personas buscaban refugio en 978 albergues colectivos repartidos por todo el país, pero el 80% de estos refugios ya están al límite de su capacidad. Incluso los suministros básicos como colchones, mantas y utensilios de cocina escasean, ya que las agencias humanitarias luchan por distribuir artículos esenciales a las casi 79.000 personas necesitadas desde finales de septiembre de 2024. La situación es especialmente terrible para los niños, ya que UNICEF ha informado de que 350.000 niños han sido desarraigados de sus hogares, lo que agrava aún más los ya debilitados sistemas de apoyo del país. 

El conflicto ha tenido graves repercusiones en la atención sanitaria. Los ataques aéreos israelíes se han dirigido especialmente contra instalaciones médicas y trabajadores sanitarios, dejando a muchos sin acceso a la atención esencial. Además, los trabajadores humanitarios tienen dificultades para llegar a las poblaciones de las regiones meridionales, fuertemente bombardeadas, y el número de muertos sigue aumentando. En la región septentrional, los pasos fronterizos como Masnaa/Jdaidet Yabous, entre Líbano y Siria, se han vuelto especialmente peligrosos, obligando a los refugiados y desplazados internos a cruzar a pie, y muchos de ellos necesitan atención médica urgente.

El Barómetro Árabe (recurso central para la investigación cuantitativa sobre Oriente Medio) informó de que en 2023 había una tasa de migración neta negativa de -0,94 por cada 1.000 personas en Líbano. A partir de ahora, Líbano se enfrenta a enormes retos para gestionar tanto la salida de sus propios ciudadanos como la afluencia de los que buscan refugio.

A close-up of a globe

Description automatically generated

Siria

Líbano ha sido tradicionalmente un refugio para los sirios que escapaban de la guerra, acogiendo a más de 1,5 millones de refugiados sirios, un testimonio de la historia compartida y los destinos enmarañados de las dos naciones. Sin embargo, el colapso socioeconómico de Líbano, que ha llevado a más del 80% de su población a vivir por debajo del umbral de la pobreza, ha mermado su capacidad para acoger refugiados. 

La crisis migratoria sigue extendiéndose a Siria, ya que ambos países están profundamente entrelazados. Compartiendo una relación compleja y duradera, esta conexión ha visto flujos de desplazamiento en ambas direcciones. Desde septiembre de 2024, la escalada de la crisis humanitaria ha invertido un patrón familiar de afluencia de refugiados hacia Líbano. Inmediatamente, tanto sirios como libaneses están cruzando a Siria, huyendo de la incesante violencia y el colapso socioeconómico dentro de las fronteras libanesas. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), más de 279.000 personas han cruzado a Siria, muchas de ellas mujeres y niños, y se calcula que el 60% de estos refugiados son niños o adolescentes, algunos de los cuales llegan sin familia.

El desplazamiento masivo está poniendo a prueba los ya limitados recursos de Siria. En pasos fronterizos como Masnaa/ Jdaidet Yabous, escasean artículos esenciales como agua, alimentos y refugio. El Consejo Noruego para los Refugiados (NRC) ha informado de alarmantes aumentos en los precios de los alimentos y los costes de la vivienda en Siria, lo que complica aún más una situación ya de por sí desesperada.

Es importante señalar que Líbano no es parte de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 ni de su Protocolo de 1967, lo que significa que no reconocen formalmente el estatuto de refugiado. lo que se ha utilizado para justificar un control estricto de sus políticas de refugiados. Esta ausencia de protecciones formales, unida a la grave pobreza, ha dejado a los sirios en Líbano en una situación cada vez más precaria durante muchos años, y ahora muchos de ellos se ven obligados a regresar a Siria en busca de seguridad y recursos básicos.

El actual éxodo de refugiados de ambos países pone de manifiesto la naturaleza cíclica del desplazamiento en la región, en la que cada crisis creciente se hace eco del pasado. Para los sirios, supone un trágico regreso a una patria aún marcada por su propia guerra civil de una década, lo que subraya cómo los lazos históricos de la región están unidos por patrones recurrentes de huida y refugio.

Trabajadores migrantes

La actual situación en Líbano ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de los trabajadores migrantes, que ahora se enfrentan a un inmenso sufrimiento con escaso apoyo. El desplazamiento se ha extendido al menos a 200.000 trabajadores extranjeros obligados a abandonar sus residencias, a muchos de los cuales se les ha denegado la entrada en los refugios del gobierno por el mero hecho de no ser libaneses.

Los trabajadores migrantes han quedado marginados por el restrictivo sistema de patrocinio kafala de Líbano, debido al cual la situación legal de los trabajadores está vinculada a un único empleador, lo que crea una dependencia que puede dar lugar fácilmente a abusos, ya que los trabajadores migrantes no pueden dejar a su empleador sin arriesgarse a repercusiones legales. En su mayoría proceden de países como Bangladesh, Etiopía, Sudán y Sri Lanka para escapar de la pobreza; sin embargo, ahora se encuentran varados en Líbano sin medios para regresar a casa. Los trabajadores migrantes desplazados dependen en gran medida del apoyo de voluntarios, ya que el gobierno no ha proporcionado ninguna ayuda formal. 

La difícil situación de los trabajadores migrantes en Líbano también ha puesto de relieve los abusos que muchos sufrían incluso antes de la crisis actual. Sus condiciones de trabajo se caracterizaban a menudo por jornadas excesivamente largas, falta de protección jurídica y condiciones de vida inadecuadas. Las rígidas restricciones del sistema han dejado a cientos de trabajadores extranjeros abandonados y refugiados; por ejemplo, hay 170 mujeres de Sierra Leona que residen actualmente en un refugio improvisado, una iglesia reconvertida de la capital de Beirut. 

El papel de las Naciones Unidas

Con la economía libanesa en ruinas y los recursos al límite, los llamamientos a la ayuda internacional se han hecho más fuertes. La ONU y otros organismos internacionales han propuesto evacuaciones seguras para las personas; sin embargo, persisten los problemas. Lo más importante es que muchos carecen de recursos o documentos para regresar a casa de forma independiente, y el apoyo a los trabajadores migrantes discapacitados es incluso limitado. La situación es especialmente agria para los miles de trabajadores migrantes en Líbano, la crisis ha puesto de manifiesto las nefastas consecuencias de un sistema que no les ha protegido, dejándolos aislados, abandonados y luchando por sobrevivir.

La crisis de los refugiados en Líbano se ha convertido en un intenso desafío humanitario, lo que ha llevado a los actores mundiales y regionales a intensificar su ayuda. La OIM y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) han puesto en marcha amplios programas de asistencia para atender las necesidades inmediatas y a largo plazo de los desplazados en Líbano. Las respuestas humanitarias se están centrando en el socorro esencial, como la distribución de suministros, la prestación de apoyo psicosocial y la ayuda para organizar el viaje de quienes buscan refugio fuera del Líbano, incluidos Estados Unidos, Canadá y partes de Europa.

En colaboración con el Gobierno libanés, la OIM está llevando a cabo programas de subsistencia e iniciativas de estabilización comunitaria para empoderar tanto a los refugiados como a las comunidades de acogida. El Jefe de la Oficina de la OIM en el Líbano, Mathieu Luciano, ha reiterado el compromiso de la organización de ampliar los esfuerzos, con el apoyo de un Llamamiento Urgente de 32,46 millones de dólares destinado a ayudar a más de 400.000 personas en el Líbano. Además, la OIM está implicando a los jóvenes en actividades cívicas, fomentando sus capacidades de liderazgo a través de iniciativas como el Parlamento Nacional de la Juventud Libanesa, creado en colaboración con el Ministerio de Educación libanés.

Los interlocutores internacionales también están muy implicados. Estados Unidos, por ejemplo, asignó una ayuda humanitaria inmediata de 157 millones de dólares para Líbano en octubre de 2024. Esta financiación apoyará a los desplazados y a las comunidades de acogida dentro del Líbano y ampliará la ayuda a los que huyen a Siria, donde las necesidades siguen siendo enormes. En el último año, Estados Unidos ha proporcionado 386 millones de dólares para apoyar a las poblaciones vulnerables de Líbano y Siria afectadas por la guerra en curso en Oriente Medio, lo que subraya la urgencia de esta situación cada vez más grave.

Dirigentes de la ONU, como el jefe de ACNUR, Filippo Grandi, han destacado la catástrofe humanitaria en Líbano, instando a un alto el fuego para proteger a la población civil y evitar más sufrimiento. Paralelamente, la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas en el Líbano (FPNUL) -la misión de mantenimiento de la paz que vigila la Línea Azul (la línea que divide el Líbano de Israel y los Altos del Golán)- ha expresado su profunda preocupación por las actividades militares que ponen en peligro la estabilidad de las zonas fronterizas. La FINUL sigue de servicio y sus tropas continúan desplegadas junto a la Línea Azul, alrededor de la cual se informa de que las aldeas están «completamente destruidas y dañadas».

Con las infraestructuras de Líbano y Siria desbordadas, Grandi, del CDHNU, advierte a la comunidad internacional de que existe una exigencia moral de ayuda global, subrayando la necesidad de una resolución política más decisiva para evitar más violencia y desplazamientos cíclicos.

Geneva International Centre for Justice (GICJ) expresa su profunda preocupación por la agravación de la crisis humanitaria en Líbano, donde los continuos conflictos y desplazamientos han dejado a miles de personas sin hogar, seguridad ni estabilidad. La gran pérdida de infraestructuras en el Líbano, junto con la presión que supone dar cabida a las personas desplazadas y a la afluencia de refugiados, ha devastado años de progresos en el desarrollo comunitario y el bienestar social que tanto había costado conseguir.

Instamos a la comunidad internacional a que impulse un alto el fuego y ejerza presión para poner fin a la violencia en Oriente Medio. Recomendamos a las naciones vecinas que establezcan rutas de tránsito seguras y protecciones temporales, al tiempo que garanticen un apoyo adicional al Líbano mediante un mayor despliegue de voluntarios y ayuda logística. Los migrantes extranjeros en Líbano, especialmente los que reciben una asistencia mínima, necesitan el apoyo de una intervención internacional inmediata. Esto incluye la creación de programas específicos que ofrezcan asistencia jurídica, artículos de primera necesidad y vías de evacuación o reasentamiento a quienes se encuentren desamparados y sin recursos. Mientras el gobierno libanés se esfuerza por satisfacer la demanda, los actores internacionales deben colmar estas lagunas, garantizando que todas las poblaciones afectadas, independientemente de su nacionalidad, reciban refugio, alimentos y protección adecuados.

La lucha de Líbano es emblemática de las crecientes crisis humanitarias que asolan la región. El mundo no puede permitir que el desarrollo de Líbano quede reducido a ruinas; es imperativo actuar ahora para apoyar la recuperación de Líbano y dar prioridad a soluciones sostenibles para las poblaciones desplazadas de toda la región.

Fuentes

Read in English

GICJ Newsletter