Por Amal Bushara / GICJ
Traducción: Lian Martínez
El 14 de enero de 2022, una portavoz de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH), Liz Throssell, expresó su profunda preocupación por los recientes episodios de discursos de odio en Bosnia y Herzegovina y en Serbia “en los que se vieron individuos que glorificaban crímenes atroces y criminales de guerra condenados” y que “incitaban directamente a la violencia” en otros casos. Los incidentes tuvieron lugar en numerosas localidades de la República Srpska, una de las dos entidades o unidades administrativas de Bosnia y Herzegovina, entre ellas Bijeljina, Prijedor, Foča, Gacko y Višegrad, así como en el distrito administrativo autónomo de Brčko, y en Priboj y Novi Pazar, en Serbia.
Ratko Mladić, antiguo comandante del ejército serbobosnio, fue condenado por múltiples cargos de genocidio, crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra, en noviembre de 2017.
Los actos tuvieron lugar en medio de las festividades religiosas del pasado fin de semana, con motivo de las celebraciones de la Navidad ortodoxa, e incluyeron a grandes grupos que cantaron durante las marchas de antorchas el nombre de Ratko Mladić, criminal de guerra condenado y declarado culpable de crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y genocidio por el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY). Durante los incidentes también se dijo que se entonaron canciones nacionalistas, llamando a la toma de varias localidades de la ex Yugoslavia, y en otro incidente separado se dispararon rondas de munición real mientras la gente se dirigía a una mezquita.
“Estos incidentes, algunos de ellos en lugares donde se cometieron crímenes atroces a gran escala durante la guerra de Bosnia y Herzegovina, son una afrenta para los supervivientes, incluidos los que regresaron a sus hogares después del conflicto”, dijo Throssell.
Para muchos, el recuerdo del conflicto de 1992-1995 aún perdura. Se cobró la vida de 100.000 personas, incluida la masacre de 8.000 hombres y niños musulmanes en Srebrenica en 1995 a manos de serbios de Bosnia, que desde entonces ha sido reconocida como un acto de genocidio. Las fricciones étnicas y políticas han continuado desde entonces bajo el complicado sistema estatal de Bosnia y los recientes acontecimientos e incidentes de delitos de odio hacen que el país se enfrente a la inestabilidad política y a un nuevo conflicto.
La declaración del portavoz de la OACDH, emitida desde la sede de la agencia en Ginebra, destaca “el temor y el riesgo” de este tipo de actos, y teme que puedan aumentar en 2022, ya que es el año en el que están previstas las elecciones tanto en Serbia como en Bosnia y Herzegovina, donde el ambiente político ya está caldeado.
La incitación a la violencia, el aumento del discurso del odio, la negación de los crímenes de guerra y el genocidio, y la glorificación de los criminales de guerra condenados, amenazan la estabilidad y el futuro de los Balcanes Occidentales.
Geneva International Centre for Justice (GICJ) anima encarecidamente a las autoridades de Serbia y Bosnia y Herzegovina a que cumplan sus obligaciones internacionales de proteger los derechos humanos y garantizar la justicia para todas las personas. Este fenómeno exige esfuerzos de reconciliación para hacer frente a la tensión étnica y a la creciente retórica nacionalista. GICJ condena todos los actos de violencia y el discurso del odio y pide a Serbia y a Bosnia y Herzegovina que condenen el odio nacional, racial y religioso. Tanto Bosnia como Serbia son signatarios del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y, por tanto, están obligados a garantizar que la discriminación, la hostilidad y la violencia están prohibidas no sólo en la ley sino también en la práctica, garantizando el acceso a mecanismos judiciales efectivos.
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