Por Yasmine Darwish / GICJ
Traducido por Natalia Venegas / GICJ
En los últimos días, las fuerzas israelíes han irrumpido a diario en la mezquita de Al-Aqsa, en la Ciudad Vieja de Jerusalén. En particular, el viernes 15 de abril, mientras miles de palestinos se reunían para rezar durante el mes sagrado del Ramadán, las fuerzas israelíes dispararon balas de goma, granadas de aturdimiento y cargaron con porras a los fieles civiles palestinos que realizaban la oración del alba, lo que provocó la detención de más de 300 personas y heridas a al menos 158. El martes 19 de abril, 622 colonos israelíes bajo la protección de las fuerzas armadas también participaron en el ataque. Irrumpieron en el recinto sagrado amurallado sin tener en cuenta a los ancianos, las mujeres y los niños, provocando el pánico y obligando a la gente a correr para ponerse a cubierto de las balas de goma, las granadas de aturdimiento y los gases lacrimógenos de la policía. Los vídeos muestran a los agentes de policía utilizando porras para someter a los palestinos detenidos y desalojar a la gente de la explanada. En un vídeo, un agente golpea a un hombre desarmado mientras está junto a un niño. Pocos días después del ataque, la policía israelí irrumpió en el mismo lugar los días 17 y 18 de abril, hiriendo al menos a 30 palestinos.
En 2021, una violencia similar ejercida por las tropas israelíes y los colonos ilegales en la mezquita de Al Aqsa desencadenó un devastador asalto israelí de 11 días contra la asediada Gaza que causó la muerte de más de 250 palestinos en Gaza, entre ellos 39 mujeres y 67 niños, así como, más de 1.900 heridos. Bajo la protección de la policía israelí, los colonos israelíes irrumpieron repetidamente en la mezquita de Al-Aqsa en un intento de apropiarse de este espacio musulmán. Por tanto, la política de limpieza étnica de Israel va más allá de la matanza de palestinos. La potencia ocupante no se limita a realizar una ocupación militar, sino que borra activamente las vidas, la cultura y la historia de los palestinos. La expansión de los asentamientos israelíes no ha dejado a los palestinos otra opción que resistirse a estas políticas. Unos 700.000 colonos judíos viven ahora en ambas zonas, en asentamientos considerados ilegales según el derecho internacional.
Los repetidos ataques por parte de Israel sin razones legítimas de seguridad reflejan un cínico desprecio por la religión de los demás. Los derechos fundamentales de los palestinos se ven cada vez más socavados por las políticas racistas del gobierno israelí, y la limpieza étnica es una realidad que ya no se puede negar. En la actualidad se reconoce ampliamente que estas acciones en su conjunto constituyen el crimen de apartheid y equivalen al crimen internacional de genocidio.
Geneva International Centre for Justice (GICJ) condena exahustivamente todas estas violaciones y pedimos que se tomen las medidas necesarias para limitarlas y que todos los responsables rindan cuentas. GICJ reitera su condena al apartheid de Israel contra los palestinos, que es un cruel sistema de dominación y un crimen contra la humanidad. Pedimos que se impongan sanciones a Israel y animamos a la Comunidad Internacional a que adopte medidas eficaces.
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