Por: Louise Requin 

Traducción por: Marc Gancedo

Un informe realizado por una comisión independiente ha revelado que más de 216 000 personas fueron víctimas de abuso sexual del párroco francés desde 1950. 

La Comisión, liderada por Jean Marc Sauvé, ha descubierto que el abuso fue silenciado, ignorado, e incluso facilitado por la Iglesia Católica, hasta al menos 2015. Las víctimas eran en su mayoría niños entre diez y trece años. El número de casos podría ascender a 330 000 al incluir miembros laicos que trabajan o son voluntarios en las iglesias. 

La comisión fue establecida en 2018 por obispos católicos y trabaja de forma independiente a la Iglesia. Su propósito era restaurar la confianza del público proporcionando transparencia a los escándalos de abuso y ganando atención pública de forma progresiva. Sauvé cree que el problema ha pasado desapercibido durante tanto tiempo debido a la estructura de la Iglesia, así como por sus enseñanzas de obediencia y tabú sexual. 

El abuso del clero nunca ha sido desvelado en una escala de tal magnitud. Aún peor, la Iglesia se ha mostrado indiferente a las reclamaciones de las víctimas durante años. La Iglesia no solo ignoró el problema, sino que dejó a niños al cargo de conocidos depredadores sexuales. En la actualidad, la Iglesia debe rendir cuentas al tratarse de un problema sistémico. Se debe hacer responsables individualmente a los curas involucrados pero cualquier proceso necesita de la involucración de la Iglesia Católica. 

El respeto a los derechos humanos pasa por prohibir cualquier acto de violencia sistémica, incluida la violencia sexual, especialmente contra niños y niñas. A los menores se les presta un remedio efectivo muy pequeño, especialmente en el contexto de una institución religiosa perpetuando la deshonra, el secretismo y la protección de la santidad del clero. Los miembros de la Iglesia Católica no están en ninguna circunstancia por encima de la ley. Las autoridades judiciales deben enjuiciar los casos de agresión sexual cometidos por el clero francés durante al menos los últimos 10 años.     

Además, la Iglesia Católica debe asumir responsabilidades y proporcionar reparación inmediata a las víctimas. No hay compensación financiera que pueda reparar el daño causado, pero se trata de una parte indispensable del proceso de rendición de cuentas. 

El informe también ofrece recomendaciones como mantener registros criminales y realizar formación adecuada. GICJ aconseja a la Iglesia Católica, así como a las autoridades judiciales francesas a atender públicamente esta cuestión. Las víctimas deben ser escuchadas y recibir reparaciones. La Iglesia debe asumir responsabilidades públicamente y realizar reformas internas. Los curas involucrados deben ser investigados para asegurar que no se vuelvan a producir más casos. La formación, así como el control de antecedentes personales no son por sí solas suficientes. Las enseñanzas de la Iglesia deben ser reformadas integralmente para asegurar que no se mantengan tales secretos. Todas las partes deben tener en cuenta la especial vulnerabilidad en la que se encuentran niños y niñas. 

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