Por Natalia Venegas /GICJ
Traducido por Milagros Begoña Cano /GICJ
Los derechos económicos y sociales son esenciales pero a veces se descuidan; son clave para fortalecer a las personas y facilitar el ejercicio de otros derechos como los políticos y de seguridad. El 4 de octubre de 2024 tuvo lugar un evento organizado por GICJ en colaboración con International Organization for the Elimination of All Forms of Racial Discrimination (EAFORD), Association Ma'onah for Human Rights and Immigration, e International Lawyers durante la 57ª sesión del Consejo de Derechos Humanos. El seminario titulado “La importancia de los derechos económicos y sociales en la reconstrucción después de conflictos en Palestina y Líbano” contó conlas valiosas participaciones de las ponentes Shahd Sataria, Sarah Tayara, and Luna Layl. El moderador fue Julius Schmitz investigador en derechos humanos en GICJI.
La primera intervención estuvo a cargo de la Sra. Sarah Tayara, abogada en un despacho internacional, cuyo orígen sirio ha despertado su interés por los derechos humanos en zonas de conflicto en Oriente Medio. La señora Tayara habló sobre el impacto devastador de los conflictos en los civiles de esta región, centrándose especialmente en Siria, Líbano y Gaza. Comenzó señalando las trágicas estadísticas de víctimas civiles y recordó que detrás de cada cifra hay personas —niños, mujeres, maestros y médicos— cuyas vidas han sido irreversiblemente afectadas por la violencia. Su mensaje fue claro: aunque los marcos de justicia transicional y recuperación post-conflicto son fundamentales, no tendrán éxito a menos que se basen en las experiencias reales de aquellos que más han sufrido, especialmente los niños.
Tayara destacó la necesidad de integrar una perspectiva centrada en la infancia al diseñar estrategias de recuperación postconflicto, ofreciendo tres razones para esta postura. Primero, subrayó que los niños sufren desproporcionadamente los efectos de la guerra: no solo pierden acceso a la educación y un hogar seguro, sino que enfrentan traumas psicológicos. Compartió una historia conmovedora de su experiencia con refugiados sirios en Turquía, donde conoció a Fatema, una niña de 14 años cuya escuela fue bombardeada y quedó paralizada de la cintura para abajo. Esta historia personal subrayó las consecuencias devastadoras de la guerra en la identidad y el futuro de los niños, demostrando que su recuperación debe ser el centro de cualquier esfuerzo de construcción de paz.
En segundo lugar, Tayara habló de la centralidad de la educación en la recuperación post-conflicto, argumentando que es más que un derecho humano básico: es esencial para la estabilidad social y económica. La educación brinda a los niños las herramientas para ser miembros productivos de la sociedad y desarrollar pensamiento crítico e innovación. Sin ella, las sociedades post-conflicto corren el riesgo de perpetuar ciclos de violencia y pobreza. Restablecer el acceso a la educación ayuda a las comunidades a curar el trauma de la guerra, ofreciendo a los niños estructura y rutina para reconstruir sus vidas.
Por último, Tayara destacó que los niños no solo deben ser vistos como víctimas, sino también como participantes activos en el proceso de recuperación. Citando la Convención de la ONU sobre los Derechos del Niño, enfatizó que los niños tienen derecho a ser escuchados y a participar en las decisiones que moldean su futuro. Darles voz es fundamental para empoderarlos a fin de que defiendan sus derechos y contribuyan a reconstruir sus comunidades. Tayara exhortó a la comunidad internacional a reconocer a los niños como agentes de cambio, cuya resiliencia y determinación son vitales para la paz y estabilidad a largo plazo en Oriente Medio.
Para cerrar, Tayara transmitió un mensaje de esperanza y pidió a los responsables de políticas diseñar marcos de recuperación que prioricen las necesidades de los niños, destacando el potencial transformador de empoderar a las nuevas generaciones. Al invertir en educación y crear espacios seguros para que los niños sanen, podemos fomentar un futuro más justo y pacífico en regiones como Siria y Líbano.
La segunda intervención fue de la Sra. Luna Layl, una estudiante palestina de Relaciones Internacionales comprometida con la causa palestina. Subrayó la importancia de estudiar ejemplos históricos e internacionales de recuperación post-conflicto y mantenimiento de la paz para establecer un camino a seguir en Palestina. A partir de las experiencias de Kosovo y Sudáfrica, destacó la necesidad de abordar no solo la reconstrucción física de Palestina, sino también su recuperación psicológica y social.
Al centrarse en el caso de Kosovo, abordó el papel de la Fuerza de Kosovo (KFOR), una misión de paz de la OTAN establecida tras el conflicto de 1999, que incluyó desde protección militar hasta asistencia médica y apoyo a instituciones civiles. Layl reconoció que, aunque la situación en Palestina es única, los esfuerzos de mantenimiento de paz similares podrían adaptarse a su contexto, señalando que la presencia de fuerzas internacionales no sería una ocupación permanente, sino un mecanismo de transición que ayude a estabilizar la región y respalde la soberanía palestina.
Paralelamente, Layl mencionó la Comisión de Verdad y Reconciliación de Sudáfrica como un modelo para abordar el trauma psicológico en Palestina, permitiendo que víctimas y perpetradores compartieran sus historias y promovieran la sanación nacional. Hizo hincapié en la creación de un mecanismo similar en Palestina, donde los supervivientes puedan relatar sus experiencias de violencia y opresión, lo que ayudaría a restaurar la dignidad colectiva y a fomentar la cohesión social.
Por último, abogó por la creación de un ejército palestino como parte de la estrategia de seguridad a largo plazo, aunque reconoció los desafíos de construir una fuerza militar en un entorno post-conflicto. Afirmó que la ayuda internacional sería esencial en las etapas iniciales de desarrollo militar para que Palestina eventualmente pueda asumir la responsabilidad de su defensa.
En conjunto, Layl enfatizó la interconexión entre la seguridad, la recuperación psicológica y la soberanía para construir un futuro pacífico y próspero en Palestina. Al extraer lecciones de Kosovo y Sudáfrica, pidió un enfoque integral que combine mantenimiento de paz internacional, establecimiento de fuerzas de defensa palestinas y apoyo psicológico para los afectados.
La Sra. Shahd Sataria, defensora palestina de derechos humanos y oficial de programas en la Sociedad de Mujeres Trabajadoras Palestinas para el Desarrollo, compartió un relato profundamente personal sobre la crisis que enfrentan las mujeres y familias en Gaza y Cisjordania. En su testimonio, recordó como, a sus nueve años, consiguió su último permiso para visitar a su familia en Gaza, debido a las severas restricciones impuestas por Israel. Sin embargo, aquellos recuerdos de amor y comunidad se vieron brutalmente truncados en noviembre de 2023, cuando la casa de su abuela fue bombardeada, destruyendo también la vivienda de su tío y causando la pérdida de 26 miembros de su familia.
Sataria compartió la experiencia de su prima Dareen, de 15 años, quien falleció en el Hospital Shifa por falta de tratamiento de diálisis debido a la destrucción de hospitales en Gaza y a la escasez de suministros. Su testimonio evidenció no solo su pérdida personal, sino el impacto devastador en las familias palestinas que siguen sufriendo desplazamientos, destrucción de hogares y desaparición de registros civiles completos.
Geneva International Centre for Justice apoya las declaraciones de Tayara, Layl y Sataria, concluyendo que el camino hacia una paz duradera debe priorizar la reconstrucción de la infraestructura física y del bienestar psicológico, social y económico de las comunidades afectadas. Las historias compartidas, especialmente las que involucran a niños y familias, subrayan el costo humano del conflicto en curso, recordando a la comunidad internacional sus obligaciones morales y legales de proteger a los civiles, defender los derechos humanos y apoyar marcos de recuperación integrales. Al tomar lecciones de ejemplos mundiales, como Kosovo y Sudáfrica, las oradoras llamaron a un enfoque multidimensional que integre educación, mantenimiento de la paz, sanación psicológica y seguridad soberana para un futuro de dignidad, estabilidad y esperanza para Palestina y Líbano. Solo mediante este enfoque holístico se puede alcanzar una paz y justicia verdaderas.
Exhortamos a la comunidad internacional a hacer todo lo posible por poner fin a la violencia en curso, incluyendo la aprobación de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que exija un alto el fuego permanente. Asimismo, pedimos a los Estados que insten a la potencia ocupante, Israel, a cumplir con las medidas provisionales dictadas en enero de 2024 por la Corte Internacional de Justicia (CIJ) para poner fin a las actividades genocidas en Gaza, reafirmadas en mayo de 2024 y repetidamente desobedecidas.
Además, solicitamos el fin del sufrimiento del pueblo palestino, que solo se logrará cuando termine la ocupación de su territorio, declarada ilegal por la CIJ en julio de 2024. Este sufrimiento también se ha extendido recientemente al pueblo libanés y sirio, que ahora también es víctima de la violencia de la ocupación.
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