Ginebra 22 de julio de 2021
Respecto al nivel de seguridad de las personas abiertamente críticas en Irak, la situación de los derechos humanos realmente se ha deteriorado. La incapacidad del gobierno de garantizar el derecho a la vida o de cumplir con su obligación de proteger a todas las personas de cualquier acto de abuso, se ha agravado aún más con la falta de rendición de cuentas. La juventud iraquí se ha movilizado para lanzar una campaña innovadora cuyo objetivo es promover la justicia y hacer que los responsables de las violaciones de los derechos humanos rindan cuentas. El lema de la campaña, "Acabar con la impunidad en Irak", engloba realmente la pasión y los objetivos del movimiento. El 18 de julio de 2021, varias calles de Irak -a las que se unieron muchas más en todo el mundo- se llenaron de jóvenes marchando en manifestaciones pacíficas, pidiendo a la comunidad internacional y a los responsables políticos su contribución para "Acabar con la impunidad en Irak". Geneva International Centre for Justice cree firmemente en estos objetivos y los apoya con toda su fuerza.
En ocasiones, la muerte de civiles inocentes a manos de las milicias respaldadas por el gobierno iraquí ha sido captada por las cámaras y compartida en Internet. Sin embargo, incluso cuando se ha identificado a los autores, estos siguen sin ser procesados, y se constata que la impunidad prevalece sistemáticamente. Esta es una realidad persistente para muchos iraquíes que la GICJ ha documentado en múltiples ocasiones y ha hecho que los organismos de la ONU sean conscientes de la grave realidad a la que se enfrentan los civiles iraquíes en su día a día, instándoles a que hagan todo lo que esté en sus mandatos para acabar con la impunidad en Irak, haciendo que todos los infractores rindan cuentas.
GICJ cree firmemente que la comunidad internacional debe apoyar por todos los medios esta campaña para iniciar el proceso de traer justicia para el pueblo iraquí. Sin la rendición de cuentas, todos los crímenes cometidos contra los civiles iraquíes desde 2003 seguirán siendo meras estadísticas. Así, la impunidad y la absoluta falta de rendición de cuentas perpetúan estas graves violaciones de los derechos humanos, que se ven agravadas por la ausencia de un sistema judicial independiente.
La raíz de la mayoría de los problemas actuales de Irak se remonta a la invasión ilegal de Irak por parte de Estados Unidos, que desencadenó una reacción en cadena de acontecimientos que contribuyeron a la destrucción gradual del Estado. Desde entonces, los civiles iraquíes han sido objeto de violaciones sistemáticas y flagrantes de los derechos humanos durante la ocupación liderada por Estados Unidos, así como en los años posteriores. La tortura, las ejecuciones extrajudiciales, el tráfico de personas y los encarcelamientos arbitrarios fueron algunos de los delitos que se cometieron con frecuencia.
Desde 2003, Irak ha sido gobernado por una formación corrupta y sectaria de individuos que ahora ocupan altos cargos en el gobierno. Estos individuos se mantienen en el poder gracias a un sistema de cuotas que asigna puestos a los partidos del régimen sistemático en función de la identidad sectaria y étnica. El régimen sectario fomenta el clientelismo y la corrupción, lo que a su vez ha intensificado la impunidad, el desempleo, el fracaso de los servicios públicos y la injerencia extranjera. Además, a pesar de la elevada producción de petróleo de Irak, el régimen no ha conseguido mantener unas condiciones de vida digna, y el pueblo iraquí sigue sufriendo la escasez de energía, agua potable y atención médica, así como de un desempleo desorbitado y una economía muy baja.
Por otra parte, las fuerzas de seguridad del gobierno iraquí y las PMF son conocidas por abusar de sus poderes en busca de un orden social ciego. Por ello, han seguido ejerciendo violaciones de derechos humanos, las cuales incluyen tortura y malos tratos a las personas prisioneras, todo ello bajo el paraguas de la más absoluta impunidad.
El statu quo de la corrupción en Irak ha hecho mella en la moral de los civiles, y las calles de Bagdad se llenaron de civiles iraquíes que protestaban contra el régimen gobernante posterior a 2003. Sin embargo, las críticas no fueron bien recibidas por el gobierno iraquí y el elevado número de manifestantes asesinados y encarcelados es un testimonio de la intolerancia de la milicia hacia la ciudadanía que se atreve a criticar la situación actual e intentar construir un sistema democrático legítimo.
Inicialmente, los manifestantes parecían estar logrando deteriorar los antiguos tabúes que rodeaban las consecuencias de criticar la política del gobierno. Hoy, somos testigos de la aparición de fotos de manifestantes golpeando con sandalias a los retratos de políticos, líderes religiosos y milicianos. Sin embargo, poco después, los manifestantes identificados se enfrentaron a crecientes amenazas de agresión, especialmente a aquellos que criticaban abiertamente al régimen actual.
Acabar con la impunidad en Irak ha atraído la atención de muchos Estados miembros de la ONU, que comparten la voluntad de hacer rendir cuentas a todos los que han contribuido a la prevalencia de esta impunidad. Varios organismos de Naciones Unidas pidieron a las autoridades iraquíes que pusieran fin al clima de impunidad y a la activación de comités de investigación. Así, el llamamiento de la juventud iraquí para poner fin a la impunidad es un intento más de conseguir apoyo internacional para procesar a los autores de los atroces crímenes cometidos contra el pueblo iraquí desde 2003, incluidos los casos de ejecuciones extrajudiciales, torturas, desapariciones forzadas, detenciones ilegales y asesinatos de activistas civiles.
Por último, Geneva International Centre for Justice (CIGJ) reitera su llamamiento a la comunidad internacional para el establecimiento de una comisión de investigación independiente e internacional que investigue todas las violaciones de derechos humanos cometidas en Irak desde 2003, con el fin de que todos los autores rindan cuentas y se ponga fin al estado de impunidad en el país.